Letra: José A. Alonso
Música: Friedrich Silcher
Con esta canción que canto,
porque es preciso cantar,
voy a hablarles de una tierra
de silencio y soledad.
La Serranía de Atienza
es una tierra sin par
de pizarra, piedras, cabras,
agua limpia y robledal.
Esta tierra dio centeno,
trigo, avena y «cebadá»,
hoy solo se crían piedras
y nadie las va a escardar.
Rebollosa está muy sola
y Alcorlo dormido está
bajo las aguas azules
con sus muertos y su paz.
Villacadima, la mora
se muere de soledad,
el moro que la morara
de noche la ha de llorar.
Hiendelaencina de minas,
apenas si quedan ya.
De su pasado de plata
díme ¿quién se acordará?
Me duele esta tierra mía,
este hermoso robledal,
este campo verdecido,
estas gentes y su edad.
¿Quién levantará esta tierra,
quién la habrá de levantar,
quién barrerá de sus calles
la palabra soledad?
No serán los de Miami,
tampoco los de Madrid,
serán los hijos del pueblo
que se queden a vivir.
De todos modos señores
y si no es mucho pedir,
admitimos planes, leyes
que nos ayuden por fin.
No esperamos demasiado,
como podrán entender,
Si extendemos nuestras manos
es por si empieza a llover.
En la Sierra está lloviendo,
la pizarra brillará.
Agua de Alcorlo y de Pálmaces.
¿A dónde irás a parar?